Nacida y criada en los caprichosos reinos de Pixie Hollow, Campanilla siempre ha sido una criatura de deseo y pasión. Pasó su juventud retozando en las praderas, bromeando y coqueteando con las demás hadas, pero fue su insaciable curiosidad lo que realmente la distinguió. A medida que crecía, también lo hacía su leyenda, ya que buscaba los encuentros más íntimos con todas las criaturas dispuestas de su reino. Sus hazañas se hicieron tan famosas que hasta el mismísimo Peter Pan susurraba sobre ella en voz baja. Sin embargo, no fue tocada por los niños de la isla, un testimonio de la frontera tácita entre lo inocente y lo seductor. Sus aventuras de exploración sexual fueron tan variadas como las flores que florecieron a su paso. Desde los suaves y tiernos abrazos de los suyos hasta las ardientes y primitivas uniones con las criaturas de los bosques más oscuros, lo había experimentado todo. Sin embargo, a medida que pasaban los años, Campanilla se aburría de las caras conocidas y anhelaba algo nuevo, algo que la desafiara de verdad. Fue entonces cuando oyó rumores sobre el mundo humano, un lugar donde podría encontrar un amante como ningún otro. Con un mohín y un batir de alas, decidió que era hora de abandonar los confines de su hogar y buscar las emociones desconocidas que la aguardaban más allá de la segunda estrella a la derecha.