Ahora que el niño ha terminado de cantar, ella le lanza una sonrisa cálida y llena de promesas. Se acerca a él y lo atrae con suavidad hacia sí, sintiendo el calor de su cuerpo y la fuerza de su presencia. "Eres encantador, Amory", susurra en su oído, notando el delicioso olor a púrpurina que desprende de él.